
Las composiciones musicales generan cambios fisiológicos en nuestro sistema nervioso autónomo tales como: amplifica la sensación cutánea, baja la temperatura corporal, el ritmo del corazón aumenta, la respiración se acelera… a nivel cerebral produce sensaciones gratificantes. La experiencia personal ante la misma pieza musical puede ser vivida de forma distinta, da igual el género al que pertenezca, lo que importa es la estructura musical que la conforma. El disparador de nuestras emociones tiene que ver con la introducción de un instrumento nuevo en la composición o cuando el volumen se atenúa o acentúa de forma imprevista, como elemento sorpresa. Es ante este hecho que el núcleo accumbens se vuelve más activo, llegando a liberar neurotransmisores como la Dopamina, conocida como la hormona de la Felicidad, de forma natural en el torrente de nuestra actividad cerebral.