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11 mayo 2021

Cantando emociones, el poder de la música

La música nos envuelve desde antes de nacer, los bebés que todavía se encuentran en el vientre materno ya pueden escuchar, además de la voz de su madre mientras canta, la música que ella misma escucha. Las nanas nos acunan desde la más tierna infancia. El abecedario y las tablas de multiplicar se aprenden mejor si son entonadas y rítmicas. Nos reconocemos en nuestro grupo de amigos durante la adolescencia a través de nuestros artistas preferidos. Elegimos una canción para nuestro primer amor y otra para nuestro primer adiós. La música crece con nosotros y nosotros crecemos a través de ella como personas, en la música como en la VIDA todo está relacionado.
Las composiciones musicales generan cambios fisiológicos en nuestro sistema nervioso autónomo tales como: amplifica la sensación cutánea, baja la temperatura corporal, el ritmo del corazón aumenta, la respiración se acelera… a nivel cerebral produce sensaciones gratificantes. La experiencia personal ante la misma pieza musical puede ser vivida de forma distinta, da igual el género al que pertenezca, lo que importa es la estructura musical que la conforma. El disparador de nuestras emociones tiene que ver con la introducción de un instrumento nuevo en la composición o cuando el volumen se atenúa o acentúa de forma imprevista, como elemento sorpresa. Es ante este hecho que el núcleo accumbens se vuelve más activo, llegando a liberar neurotransmisores como la Dopamina, conocida como la hormona de la Felicidad, de forma natural en el torrente de nuestra actividad cerebral.

Beneficios que aporta la música a nivel psicológico


Entre los beneficios que aporta la música a nivel psicológico, he seleccionado como relevantes estos cuatro:

1. Gratificación. Cuando nos gusta una melodía o canción en concreto que ya conocemos, varios segundos antes del momento más especial de la canción, nuestro cerebro ya está liberando neurotransmisores que van a cumplir nuestra expectativa de lo que viene después… liberando endorfinas y reforzando que nos siga gustando esa música o ese autor en concreto.

2. La música como válvula de escape, como facilitadora de la relajación, la concentración, la meditación guiada, etc... Y por ello se acompaña en disciplinas como el Yoga o el Mindfulness, ya que ayuda como estimulación auditiva. A su vez, es facilitadora de la motivación durante un entrenamiento físico, una rutina diaria poco amena o como impulsora de energía positiva, si es escuchada momentos antes de presentar en público un proyecto por ejemplo. A nivel cognitivo puede reducir el estrés, mejorar nuestra memoria, aumentar nuestro rendimiento, ayudar a fijar nuestro aprendizaje, puede facilitarnos el sueño, mejora nuestro estado de ánimo, reduce los síntomas de la depresión, alivia el dolor, abre el apetito, y ayuda en los procesos de pérdida y duelo.

3. Sentido de pertenencia. Sirve de facilitador en encuentros sociales, ya que aporta un punto de partida como generador de comunicación con desconocidos, algo especialmente relevante en etapas como la adolescencia. Aporta identidad y da forma externa a partes de nuestra propia personalidad.

4. La música como facilitadora de emociones, ya que permite expresar lo que con palabras en ocasiones nos es tan difícil manifestar. Haciéndonos sentir entendidos, como si esa letra la hubieran compuesto especialmente para nosotros, haciéndonos pensar que ese compositor sabe exactamente lo que nos pasa, que hay alguien más sintiendo lo que yo siento, siendo esta experiencia compartida saludable. Puede ayudarnos a manejar el dolor que sentimos, influyendo en nuestros pensamientos y sentimientos.

La música puede ser utilizada como herramienta de catarsis


Todos tenemos una canción asociada a un momento temporal, y sólo escuchándola seriamos capaces de transportarnos de nuevo a ese “instante”, recuperar el olor que lo envolvía, recordar la ropa que llevábamos y la sensación que nos provocaba el lugar donde nos encontrábamos… pura nostalgia que recuperamos con solo pensarla a través de ciertos acordes.
Para mí la música puede ser utilizada como herramienta de catarsis, en el proceso de sanar psicológicamente. Dicho proceso es definido como la liberación o eliminación de los recuerdos que alteran la mente o el equilibrio nervioso.


A modo de ejemplo voy a relatar un pequeño diálogo producido en consulta durante una sesión de terapia, para entender con mayor claridad este concepto y la profundidad que puede llegar a alcanzar la música en relación con nuestras emociones.

La paciente ante hechos dolorosos que la mantenían en constante incertidumbre, me pregunto dudosa:
- ¿Y por qué no puedo llorar con todo lo que me está pasando?
Intente profundizar en su dilema
-¿No lloras nunca?
-No.
-¿Ni a solas?
-No.
-¿En ningún momento sientes ganas de llorar?
-No... (después de una larga pausa). Bueno sólo cuando escucho música, pero lloro por la música, no por lo que me pasa.

Mi respuesta fue:
-Tranquila, todo está bien, sigue escuchando esa música, no hace falta entender por qué ahora, ya lo retomaremos.
                                                                                                    Silvia Ortiz Gracia - Psicóloga

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