Todavía recuerdo cuando mi abuelo llegaba a casa con su periódico debajo del brazo. Se sentaba en un silloncito y empezaba a hojearlo. Solía empezar por mirarla sección de deportes para ver si su Valencia CF le daba alguna alegría (raro), después solía saltar a Nacional y por último se leía las notas de sociedad. Al final se había leído todo el periódico, casi en el mismo tiempo en el que yo me había acabado en hacer los pasatiempos del suplemento de fin de semana que me daba nada más entrar por la puerta. Solía leer siempre el mismo periódico aunque después en el casino leía otros, los que fuesen. Decía que era indiferente porque total todos mentían y necesitabas leer más de uno para hacerte una idea de lo que podría haber sido la verdad.
Esa frase se me marcó a fuego. Ahora todo ha cambiado. Andamos todos con la cabeza metida en el smartphone pensando que somos una especie de agencia de noticias y que somos las personas más ilustradas del universo. Escarbando a todas horas para saber si al jugador tal de tu equipo se le ha roto una uña… Pasamos tanto tiempo metidos que puede que se nos olvide que hay vida a la otra parte de la cajita. Todo sin pensar que no, no nos informan, nos entretienen. Parece que hemos elegido que nos entretengan en lugar de informarnos. Esa es la única explicación que se me ocurre a los índices de audiencia de ciertos programas como las tertulias de Telecinco.
Ya ni pensamos, vemos opiniones, nos las dan digeridas y precocinadas como los platillos del Mercadona. Hacemos lo mismo las consumimos, nos las apropiamos y asunto finalizado sin darnos cuenta de que cada vez estamos más sesgados, más desinformados y somos más maleables en un tiempo en el que la información está más al alcance de la mano que nunca en la historia de la humanidad.Al final nos llega todo sesgado. Sólo nos dicen lo que queremos oír, de eso se encargan las cookies y todo lo que se tercie. El resultado es que cada vez andamos más y más polarizados, más y más cabreados. Andamos metidos en un mundo irreal donde sólo importa lo que queremos ver y lo que quieren que veamos.¿Se te ha ocurrido interesarte por los rituales de apareamiento del ornitorrinco? Hazlo y verás como se te llena todo internet de ornitorrincos hasta el punto de que creerás que en el Arca de Noé sólo viajaban estos animalitos y que, de repente, todo el mundo habla de ellos. Pues oye, podríamos sospechar que lo mismo ocurrirá con nuestras intenciones de voto, con los bombardeos de un país contra otro… y así con todo. Cada vez más polarizados, cada vez más ofendiditos, cada vez menos humanos y más aborregados.
Salva Colecha
* Salva Colecha es colaborador en el Ateneo. Su espacio, aquí.
* Salva Colecha es autor del blog "En zapatillas de andar por casa".