La ilusión de ver los primeros camiones, el olor de las patatas fritas, las manzanas de caramelo, el algodón de azúcar… Los 40 ya empiezan a saludarme, cada vez desde más cerca… Pero el niño que iba a ver cómo montaban la feria y se fijaba en el más mínimo detalle sigue en un rincón de una vida adulta y ajetreada, y sale en esta época para compartirlo, ahora sí, con la más pequeña de casa.
¿El objetivo? Que cuando tenga su propia vida —quizá lejos de casa, quizá ya sin su padre— recuerde con cariño esta época y la lleve, como yo, a su infancia.
Os dejo algunas capturas del pistoletazo de salida de las fiestas… ¡Qué hipnóticos son los cohetes!
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Cadena de lecturas y espacios