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08 mayo 2021

Tesis


Hace unas semanas vi en la 2 la película "Tesis". Poco se puede decir de ella que no se haya dicho ya, sin duda que es una película mítica para los de mi generación.
Estaba viéndola sentado en el sofá de mi casa y como el huracán en el mago de Oz me dejé llevar y me trasladé a 1998, a la primera y única vez que hasta ayer la había visto, creo recordar que era noviembre y también era viernes por la noche. Yo era un adolescente de veinte y pocos años que vivía en un piso de estudiantes. Estaba en el comedor con mis compañeros, dos sentados en sillones en la pared de enfrente al televisor y otros dos en un sofá en la pared lateral. Allí estábamos los cuatro.
Nuestro televisor, recuerdo, era de la marca Sanyo, sin mando a distancia y bien nuestra vagancia o el hecho de que no se tuviera que levantar siempre el que estaba más cerca (más bien lo primero), nos hizo crear un invento a modo de mando a distancia: compramos dos palos de escoba y los unimos con bridas. Cuando queríamos cambiar de canal había que tener buen pulso para darle al botón correcto… lo malo era para darle o quitarle voz; no solía ser muy efectivo y alguna vez ahorrábamos tiempo levantándonos.
Sí, allí estaba yo ayer, en 1998 viendo la película. Los que ahora tengan la edad que yo tenía entonces y la estuvieran viendo por primera vez seguramente pensarían que aquello ocurrió hace algunos siglos. Y no, hace tan sólo poco más de dos décadas. Las chaquetas vaqueras, los pantalones vaqueros teñidos, las clases de la universidad, los pasillos y, sobre todo, la cámara de vídeo que sale en la película y que en aquellos tiempos era un lujo al alcance de pocos, de muy pocos y actualmente ni existen… hoy todo eso se llama vintage.
Va para veintitrés años… pero han pasado muchas cosas en dos horas y cinco minutos que dura la película.
Marino Baler

* Marino Baler es colaborador en el Ateneo. Su espacio, aquí.
* Marino Baler es autor del blog "Pensamientos y más cosas".



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