Traduce cualquier entrada a tu idioma

25 marzo 2021

Pltako, el "Oso Húngaro" que inmortalizó Alberti

Platko a los pies de un jugador donostiarra

No es la primera vez que literatura y fútbol se fusionan. Franz Platko, al que apodaron el "Oso Húngaro", es uno de los porteros más famosos de la historia del Barcelona y del fútbol español. Algunos se han atrevido a afirmar que hasta fue capaz de hacer olvidar a Ricardo Zamora en la portería del Barcelona.

El poema Oda a Platko, de Rafael Alberti, tiene su origen en el primer partido de la final de la Copa de España de 1928 que enfrentó en Santander al FC Barcelona y a la Real Sociedad de San Sebastián. Alberti narró así lo que vivió en aquel partido: “(...) Un partido brutal. (...) Se jugaba un partido de fútbol, pero también el nacionalismo. (...) Platko, un gigantesco guardameta húngaro, defendía como un toro el arco catalán.
Hubo heridos, culatazos de la Guardia Civil y carreras del público. En un momento desesperado, Platko fue acometido tan furiosamente por los de la Real Sociedad que quedó ensangrentado, sin sentido, a pocos metros de su puesto, pero con el balón entre sus brazos (...) apareció de nuevo, vendada la cabeza, fuerte y hermoso, decidido a dejarse matar. (...)”. Posteriormente Alberti escribió el poema. Fuente de este párrafo.

Ni el mar, que frente a ti saltaba sin poder defenderte.
Ni la lluvia. Ni el viento, que era el que más rugía.
Ni el mar, ni el viento, Platko,
rubio Platko de sangre,
guardameta en el polvo,
pararrayos.
No nadie, nadie, nadie.
Camisetas azules y blancas, sobre el aire.
camisetas reales,contrarias, contra ti,
volando y arrastrándote.
Platko, Platko lejano,
rubio Platko tronchado,
tigre ardiente en la yerba de otro país.
¡Tú, llave, Platko, tu llave rota,
llave áurea caída ante el pórtico áureo!
No nadie, nadie, nadie,
nadie se olvida, Platko.
Volvió su espalda al cielo.
Camisetas azules y granas flamearon,
apagadas sin viento.
El mar, vueltos los ojos,
se tumbó y nada dijo.
Sangrando en los ojales,
sangrando por ti, Platko,
por ti, sangre de Hungría,
sin tu sangre, tu impulso, tu parada, tu salto
temieron las insignias.
No nadie, Platko, nadie,
nadie se olvida.
Fue la vuelta del mar.
Fueron diez rápidas banderas
incendiadas sin freno.
Fue la vuelta del viento.
La vuelta al corazón de la esperanza.
Fue tu vuelta.
Azul heroico y grana,
mando el aire en las venas.
Alas, alas celestes y blancas,
rotas alas, combatidas, sin plumas,
escalaron la yerba.
Y el aire tuvo piernas,
tronco, brazos, cabeza.
¡Y todo por ti, Platko,
rubio Platko de Hungría!
Y en tu honor, por tu vuelta,
porque volviste el pulso perdido a la pelea,
en el arco contrario al viento abrió una brecha.
nadie, nadie se olvida.
El cielo, el mar, la lluvia lo recuerdan.
Las insignias.
Las doradas insignias, flores de los ojales,
cerradas, por ti abiertas.
No nadie, nadie, nadie,
nadie se olvida, Platko.
Ni el final: tu salida,
oso rubio de sangre,
desmayada bandera en hombros por el campo.
¡ Oh, Platko, Platko, Platko
tú, tan lejos de Hungría !
¿Qué mar hubiera sido capaz de no llorarte?
Nadie, nadie se olvida,
no, nadie, nadie, nadie.
Rafael Alberti

¿Por qué se habla de fútbol aquí?
¿Qué pinta el fútbol en este lugar en el que prima la cultura? Expongo: ¿en qué ateneo que se precie no se habla de fútbol? Eso, sí... sólo se hará para departir del fútbol cuando era fútbol o de alguna de las pocas esencias actuales que pueda haber por ahí.