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05 abril 2021

Una puesta de sol sobre el mar Jónico

Un viaje de descubrimiento a través de las islas Jónicas de Grecia


La etiqueta "Rincones del mundo" me traslada a esos lugares en los que uno quisiera perderse. Hoy, sentado en la mesa del ateneo, con un simple clic, un documental me lleva a las islas Jónicas de Grecia. La exuberancia floral de Corfú, el mar limpio, las colinas verdes, los seres mitológicos griegos, el refugio de tortugas casi extintas, barcos naufragados, o una puesta de sol sobre el mar Jónico son solo algunos de los aspectos de este rincón onírico del mundo.

Henry Miller escribió en 1941 un recomendable libro de viajes titulado El coloso de Marusi. Dejo aquí uno de sus fragmentos como complemento al documental.

Al día siguiente decidí coger el barco para Corfú, donde me esperaba mi amigo Durrell. Salimos de El Pireo sobre las cinco de la tarde, cuando el sol todavía quemaba como un horno. Cometí el error de sacar un billete de segunda clase. Cuando vi subir a bordo los animales, los colchones y ropas de cama, todo el inverosímil galimatías que los griegos llevan consigo en sus viajes, me di prisa en pasarme a primera clase, que sólo es un poco más cara que la segunda.
Salvo en el Metro de París, nunca había viajado en primera clase, y eso me pareció un verdadero lujo. El camarero pasaba continuamente con una bandeja llena de vasos de agua. Y ésa fue la primera palabra griega que aprendí: nevó (agua). ¡Qué hermosa palabra! Se aproximaba la noche; las islas emergían en la distancia, flotando siempre sobre el agua, sin descansar en ella. Aparecieron las estrellas con magnífico brillo, y la brisa era suave y fresca. Comencé a sentir en seguida lo que era Grecia, lo que había sido y lo que siempre será incluso si tiene la desgracia de ser invadida por turistas americanos. Cuando el camarero me preguntó qué deseaba comer, cuando más o menos entendí lo que había para cenar, casi me desmayo y me echo a llorar. Las comidas en un barco griego producen vértigo.

Cadena de lecturas y espacios

25 febrero 2021

Sombra, cuento de Edgar Allan Poe


Fragmento...
Vosotros los que leéis aún estáis entre los vivos; pero yo, el que escribe, habré entrado hace mucho en la región de las sombras. Pues en verdad ocurrirán muchas cosas, y se sabrán cosas secretas, y pasarán muchos siglos antes de que los hombres vean este escrito. Y, cuando lo hayan visto, habrá quienes no crean en él, y otros dudarán, mas unos pocos habrá que encuentren razones para meditar frente a los caracteres aquí grabados con un estilo de hierro.
El año había sido un año de terror y de sentimientos más intensos que el terror, para los cuales no hay nombre sobre la tierra. Pues habían ocurrido muchos prodigios y señales, y a lo lejos y en todas partes, sobre el mar y la tierra, se cernían las negras alas de la peste. Para aquellos versados en la ciencia de las estrellas, los cielos revelaban una faz siniestra; y para mí, el griego Oinos, entre otros, era evidente que ya había llegado la alternación de aquel año 794, en el cual, a la entrada de Aries, el planeta Júpiter queda en conjunción con el anillo rojo del terrible Saturno. Si mucho no me equivoco, el especial espíritu del cielo no sólo se manifestaba en el globo físico de la tierra, sino en las almas, en la imaginación y en las meditaciones de la humanidad.

19 enero 2021

¿Qué es la normalidad?

Con tal de ser moderadamente feliz...
¿Qué es la normalidad? ¿Quién o qué la determina? Hay tanta profundidad en estas preguntas como contestaciones que resuelvan las incógnitas.
Quizá el modo de sentirla se basa en disfrutar ese cúmulo de pequeñas cosas que en lo cotidiano generan armonía y bienestar. 
¿Para qué ir más allá de la normalidad? Con tal de ser moderadamente feliz...
Ramón Alfil

Fragmento del capítulo VII de "La sombra del ciprés es alargada", de Miguel Delibes


El grito de Alfredo, interpolado de angustia, me estremeció. La perra se detuvo un instante y miró atrás. Todo lo demás aconteció en un segundo. La rueda del carro cargado aplastó una de sus pequeñas patas contra la calzada. Fany aulló de dolor y quedó tendida en la carretera, lamiéndose la pata lesionada mientras el carro se perdía en la obscuridad. Corrimos todos hacia el animal, que se estremecía en el suelo. Martina, Alfredo y yo llorábamos. Me conmovió aún más la aguda desesperación de la pequeña Martina. Yo abracé al animal izándole con cariño. Su pálida mirada agradecida renovó mis lágrimas que ya no me esforzaba en contener.

13 enero 2021

Cuando Julio Cortázar dibujó en prosa una boca con precisión suiza

 Un fragmento literario del capítulo 7 de "Rayuela"


"Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad, elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde el aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces, mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llenas de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua".