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11 agosto 2025

La vida es como el mar, siempre en movimiento

En lo alto de unos peñascos, junto al mar, un abuelo y su nieto se sentaron juntos, sintiendo la brisa marina y el olor a agua salada que llenaba el aire. Desde allí, podían ver ese lienzo azul extendiéndose hasta donde la vista alcanzaba, con sus olas rompiendo suavemente contra las rocas produciendo ese característico redoble sostenido que deja un brillo plateado de espuma en su rebote.
El abuelo, con su rostro tallado por arrugas y marcas que contaban historias de muchos años, miraba el horizonte con una sonrisa nostálgica. Sus brazos y piernas, alguna vez fuertes y firmes, ahora mostraban las huellas del tiempo; sus manos huesudas y deformadas, ya no le permitían bajar con soltura hasta el agua para pescar sargos, como solía hacerlo años atrás. Era consciente de su decadencia.
—¿Sabes, pequeño? —le dijo con voz suave y calmada—. Antes, bajaba por esas rocas con tanta facilidad que parecía un gato. La pesca de sargos era una de mis aficiones favoritas. Me gustaba sentir cómo el agua fría tocaba mis pies y escuchar el canto de las gaviotas. Pero ahora, las cosas han cambiado un poco.
El nieto lo miraba con atención, algo perplejo.
—¿Por qué ya no puedes bajar, abuelo? —preguntó con curiosidad.
El abuelo sonrió con ternura y le acarició la cabeza.
—Porque el cuerpo, hijo, envejece. Ya no tengo la misma fuerza en las piernas ni la misma agilidad. Tengo miedo de caer y lastimarme, y no quiero que algo así arruine todos los momentos hermosos que he vivido en esas mismas rocas. Es difícil aceptar que, con el paso del tiempo, uno se va deteriorando. Pero eso no significa que deje de disfrutar de lo que aún puedo hacer, o que deje de querer estas aventuras.
El niño se quedó en silencio, triste, notaba en su abuelo cierta decepción por la pérdida de vigor; pero, su bisoñez no percibía que los cambios de la vida se pueden aceptar con valentía y, más, si se tienen ganas de vivir y propósitos.
El abuelo, dándose cuenta de su pena le sonrió y le dijo:
— La vida es como el mar, siempre en movimiento. Y aunque a veces nos sintamos más frágiles, lo importante es seguir disfrutando de cada ola, de cada momento, y entender que en el paso del tiempo también hay belleza y, sobre todo, sabiduría. No tengas miedo, porque en cada arruga y marca hay una historia que contar y, en cada momento, una oportunidad para seguir teniendo ilusión.
Y así, acompañados por el infatigable ruido de las olas al golpear sobre las rocas, quiso explicarle que la voluntad de hacer cosas, aunque se vaya camino del ocaso, nunca termina, solo cambia de forma.
Ramón Alfil
Foto: Ramón Alfil

03 agosto 2025

¡Golazo de Malta!

En el repugnante sistema político que siembran y cultivan los políticos españoles fructifican los frutos de un espectáculo digno del mejor mago. Sacan de sus chisteras proyectos fallidos que convierten en éxitos rotundos a través de una estrategia comunicativa fantástica. Se centran en los pequeños logros, los magnifican hasta límites insospechados, los presentan como hitos históricos. Mientras tanto, las innumerables meteduras de pata, los proyectos marrados, la mala gestión de los recursos públicos… De todo ello, cabeza gacha y mutis por el foro.
La realidad se pliega a sus conveniencias narrativas, nos creen imbéciles. Erre que erre con el proyecto de moda, citan a los medios de comunicación a unas cómodas ruedas de prensa para que sirvan de altavoz al rebaño sobre el plan en desarrollo, un plan que visten de gala. De todas las ejecuciones pendientes o de los patinazos pasados cunde un silencio total.
¿Recordáis aquel famoso partido España - Malta, el del 12 a 1? Juego con una hipótesis. Si el manual del grupo político al que pertenecen o el antojo del líder les dictara que hay que exaltar todo lo maltés, resaltarían lo único bueno, a pesar de tener en contra doce chicharros, y como buenos siervos gritarían a los cuatro vientos: ¡Golazo de Malta! Y se quedarían tan panchos.
En definitiva, la próxima vez que un político celebre un logro menor como si fuera Dios separando las aguas del Mar Rojo, recordad el partido de España y Malta. Recordad que el silencio a menudo grita más fuerte que las palabras, y que la verdad, aunque a veces esté escondida, siempre termina por salir a la luz.
Ramón Alfil
Fotografía: Charl Vera / Pixabay / Libre de derechos

01 agosto 2025

La urna en disputa: cuando votar no implica cambio alguno

 "Una de las penas por rehusarse a participar en política 
es que terminarás siendo gobernado por tus inferiores."
Platón, La República, Libro I

 


Hoy quiero invitarlos a reflexionar en torno a un fenómeno recurrente en las democracias occidentales, a saber, la ilusión de una política decadente que ha logrado con éxito que ningún voto rompa ninguna cadena. La creencia inquebrantable en el sufragio como catalizar de un cambio profundo define una de las grandes ficciones perversas de nuestro tiempo. En los gobiernos no dictatoriales, millones de ciudadanos acuden a las urnas con la esperanza de que su voto, individual o colectivo, transforme las estructuras de poder y mejore sus vidas. Sin embargo, un examen crítico de las últimas décadas revela una realidad desoladora: los problemas estructurales persisten y, en muchos casos, se agudizan, independientemente de quién sea el degenerado de turno al que le toque asumir el poder. Esta desconexión entre la expectativa democrática y la realidad política nos invita a una profunda crítica filosófica sobre la naturaleza de nuestra participación cívica y la verdadera capacidad de incidencia del voto en un sistema que, lejos de evolucionar, parece haberse instalado en una decadencia persistente y cada vez más putrefacta.

Tengamos en cuenta que el acto de votar se ha consolidado como un ritual sagrado, una catarsis colectiva que valida la legitimidad de un sistema. Desde la niñez, se nos inculca que la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, y que nuestra participación electoral es la máxima expresión de soberanía. Pues bien, amigos míos, esa narrativa oculta una trampa fundamental: la reducción de la política a la mera gestión administrativa y la perpetuación de un statu quo que beneficia única y exclusivamente a las élites.

Ya en la antigüedad, Platón nos advertía sobre las consecuencias de la apatía política. En su célebre obra La República, si bien criticaba a la democracia ateniense por sus excesos y su susceptibilidad a la demagogia, también subrayaba la responsabilidad de los ciudadanos. A él se le atribuye la sentencia que versa: “Una de las penas por rehusarse a participar en política es que terminarás siendo gobernado por tus inferiores” (Platón, La República, Libro I, 347c). La ausencia de ciudadanos virtuosos en la vida pública, para Platón, abre la puerta al ascenso de aquellos menos capacitados o éticos, nada más cercano a lo que podemos observar en la actualidad, donde nos encontramos con bestias analfabetas y bruscas ocupando ministerios, secretarías y, en más de una ocasión, gobernaciones e incluso presidencias de la Nación.

31 julio 2025

La madre que quiso cambiar el día de su muerte por un día de su vida

Mucha literatura epistolar se caracteriza por una peculiar carga emocional. Es el caso de "Carta de una madre", un relato breve que circula ampliamente por las redes sociales, conmoviendo a miles de lectores con su emotiva narrativa. Sin embargo, la identidad de su autor o autora permanece desconocida, un misterio que genera frustración y enojo a partes iguales.
He dedicado horas a la búsqueda infructuosa del creador de esta pieza, explorando diferentes bases de datos, foros literarios y páginas web especializadas. La falta de información es sorprendente, especialmente considerando la popularidad del relato. La ausencia de un autor reconocido abre la puerta a una problemática extendida en el mundo digital: la apropiación de contenido.
Es alarmante observar cómo muchos usuarios comparten "Carta de una Madre" atribuyéndose la autoría, generando una cadena de viralización injusta por la omisión de su creador/a. Esta práctica no solo es éticamente cuestionable, sino que también perjudica al verdadero autor, quien se ve privado del reconocimiento y los posibles beneficios de su trabajo. La falta de atribución adecuada es una forma de plagio digital, un acto que merece ser denunciado y combatido.

Aquel que utiliza la inteligencia artificial
para escribir sin indicarlo es un farsante literario


Considero un farsante literario a todo aquel que utiliza la inteligencia artificial para escribir sin indicar el uso de esta; así como a aquel que utiliza textos como propios para alimentar el ego ante sus conocidos en redes sociales.
Si algún día se descubre al autor o autora de "Carta de una Madre", será una victoria para la justicia literaria y un recordatorio de la importancia de proteger el trabajo creativo en el mundo digital. Hasta entonces, invito a todos a unirse a la búsqueda y a denunciar cualquier acto de plagio que se encuentre.
Vamos al fundamento de esta entrada, que no es otro que la lastimosa carta de una madre a su hijo. Agita a la reflexión, mueve a la desolación y, a la vez, es una fuente de ternura por su delicadeza. 
Lo que voy a decir tendrá muchos detractores, quizá por falta de entereza ante un principio o regla que se considera constitutivo a la naturaleza humana, y que se manifiesta como un comportamiento bastante generalizado: los padres son esos seres cercanos que cada vez son más innecesarios.
Ramón Alfil

Carta de una madre


"Hola hijo, te escribo para proponerte un trato, lo he pensado mucho y nos convendría a los dos, pero no te voy a obligar a que lo aceptes, pero déjame explicarte de que trata:
No te pongas triste, pero todos algún día vamos a dejar este cuerpo, algunos antes, otros después, pero a todos nos llegará la hora, estoy segura de que ese día tú estarás muy triste, ya te veo con tu ropa de luto, para despedirte, con una corona de rosas, o tal vez un ramo de girasoles.

26 julio 2025

La gaviota amiga

Eran esas horas del día en las que el sol comienza a fundirse con el horizonte, cuando los colores del cielo y del mar se confunden en una sola paleta de azules y anaranjados. Sentado sobre una roca, tibia aún por tantas horas de sol, con los pies colgando y la mirada perdida, él coexistía con ese regalo natural que tenía frente a sí. No pensaba, no buscaba, no esperaba. Solo contemplaba... A veces, la vida es así de generosa.
La quietud y el susurro cadencioso de las olas, con sus crestas espumosas, golpeando las piedras erosionadas por la percusión constante del oleaje durante años era lo más parecido a una levitación para aquel apasionado del mar.
A lo lejos, un velero y un barco mercante aparentaban dos juguetes; de cerca, el tintineo y vaivén del agua; en el cielo las nubes no parecían tener prisa, se movían con extrema lentitud como no queriendo perderse el vuelo de una gaviota solitaria, de alas largas y cuerpo elegante que dibujaba una curva perfecta en el aire. Planeaba con una calma maestra, como si la gravedad no tuviese dominio sobre su cuerpo. Giraba apenas con las puntas de sus alas, en movimientos amplios y lentos, dejando al viento decidir su curso. Desde su altura, el mundo debía parecer un tapiz en movimiento: la superficie del mar, rizada y las sombras de los peces más pequeños escapando en bancos bajo el agua.
La gaviota giró una vez más sobre sí misma, midiendo, calculando. Entonces, en un gesto lleno de intención, plegó sus alas como una lanza y se lanzó en picado hacia el agua con la intención de atrapar algún pez con el que saciar el hambre. Es la base de la subsistencia.
Otra gaviota se posó muy cerca de él, silenciosa, tranquila, pero mirando de reojo al humano. Quieta, casi como una estatua durante bastantes minutos, era una agradable compañía para aquel entusiasta de cualquier esencia marina. Entendió que la belleza más profunda no grita, no se impone. Solo aparece ante quien está dispuesto a detenerse, a dejarse vaciar, a dejarse mirar por el mar.
Ramón Alfil
Fotos: Ramón Alfil 

25 julio 2025

Desempolvando las naranjas

Con esta foto he subido por cuarta vez consecutiva al podio de la Maratón Fotográfica de la Feria Modernista de Carcaixent. Era mi favorita de todas las que hice, y tiene un buen trabajo de composición, captura y retoque. ¡Muchas gracias, @modernistescarcaixent, por la organización!

Desempolvando las naranjas / Foto: David Talens

Clic en la foto para ampliar y ver con más detalle

24 julio 2025

Un gesto de agradecimiento

El calor era sofocante aquella tarde de verano. Alba sostenía en sus brazos a su hijo Leo, que llevaba como única prenda un pañal; estaban solos en casa y el rigor de la temperatura tan alta no invitaba a llevar prenda alguna.
El niño, desde su nacimiento, no perdonaba ni una toma, incluso reclamaba alguna que otra extra, fuera de hora, que conseguía con la picardia de un llanto fingido.
Leo era un bebé alegre, regordete, con varias lorzitas en sus brazos y piernas. Su alegría continua y su risa era contagiosa, no paraba de moverse en el regazo de su madre con la energía de un niño que no tenía más preocupaciones que jugar y descubrir el mundo que le rodeaba.
Mientras tanto, en la televisión, se emitía un reportaje sobre el hambre en el tercer mundo. Mostraba a niños con cuerpos extremadamente delgados, con la piel pegada a los huesos, tirados en el suelo o sobre camas deterioradas. Sus ojos reflejaban un sufrimiento profundo, la impotencia de aquellos que han perdido la esperanza. Alba miró la pantalla, con una sensación de tristeza y angustia.
Volvió su mirada hacia Leo, que seguía sonriendo y saltando, sin entender la gravedad del mundo que veía reflejado su madre en la pantalla. Pellizcó suavemente una de sus lorzitas, le miró a la cara y le habló como si de un adulto se tratara: "Hijo, recuerda esto siempre, esos niños darían lo que fuera por tener un poco de lo que tú tienes ahora, comida, salud, hogar, familia, abrazos, tus risas... Cada día de tu vida tienes que agradecer algo. La gratitud transformará la visión de tu mundo y te ayudará a cultivar y mejorar tu interior".
Mucho poso para un bebé, pero Leo se había quedado quieto durante la reflexión en voz alta de Alba; la miró con fijeza y con sus manitas tocó su rostro cariñosamente. Fue un gesto de agradecimiento, sin lugar a dudas.
Ramón Alfil
Foto: Dr. Lyle Conrad / Libre de derechos

23 julio 2025

Somos un pequeño rincón de una galaxia modesta en un mar cósmico infinitamente más vasto

¿Sabíais que todas las noches, si las condiciones lo permiten, podemos ver una parte de nuestra propia galaxia cruzando el cielo?. Todas las estrellas que vemos a simple vista en el firmamento forman parte de ella. Nosotros, los seres humanos, vivimos dentro de la Vía Láctea, así que podemos decir, sin temor a equivocarnos, que somos habitantes de una galaxia. Nuestra galaxia.

Pero ¿qué vemos realmente cuando levantamos la vista al cielo nocturno? Si estamos en un lugar lo suficientemente oscuro, lejos de las luces artificiales podremos distinguir una tenue franja blanquecina que cruza el cielo de lado a lado. Es como una nube difusa, que parece suspendida en el aire. Esa franja no es otra cosa que el plano de la Vía Láctea, el disco galáctico visto desde dentro. Es la zona más densa de nuestra galaxia, y la estamos observando desde uno de sus brazos espirales.

Esa bruma es en realidad la suma de la luz de miles de millones de estrellas, tantas y tan juntas que no podemos distinguirlas individualmente a simple vista. Como si estuviésemos dentro de una rueda inmensa de luz, y al mirar por su borde viésemos la acumulación de incontables soles.

El nombre de «Vía Láctea» proviene de la mitología griega, como tantas otras cosas en nuestra cultura. Según uno de estos mitos, Hércules, el famoso héroe de fuerza sobrehumana, era hijo de Zeus y de la mortal Alcmena. Pero claro, como solía ocurrir en los relatos mitológicos, la esposa legítima de Zeus, la diosa Hera, no estaba precisamente contenta con los devaneos amorosos de su esposo. Y mucho menos con la existencia de Hércules.

19 julio 2025

¡Estamos hartos!

En la actualidad, leas, oigas o veas cualquier medio de comunicación, ahí están los periodistas y vividores adjuntos, acólitos de sus colores políticos, tirándose cubos de basura unos a otros. No son informadores, son desinformadores. 
Los politicuchos, para estar en armonía, también siguen la estela de lanzarse cubos de basura. El deporte político del "y tú más" está enquistado, lo llevan en su ADN, creen que es crucial para el desarrollo y funcionamiento de su quehacer y que los ciudadanos están alelados y no se enteran de lo que pasa. 
Casos Ábalos, Koldo, Santos Cerdán, Begoña Gómez, David Sánchez, Cristóbal Montoro y resurgen por proximidad los ERE de Andalucia, Bárcenas y M.Rajoy... Estos lances críticos son los que están de moda, pero si "echamos la cinta atrás", comprobaremos que la corrupción en España ha sido y es el pan nuestro de cada día.
Entre tanta inmundicia, cochambre y halitosis política, a los ciudadanos de a pie solo nos queda gritar: "¡Estamos hartos!".
Ramón Alfil

Imagen: De qué lado caerá, el político progresista español Práxedes Mateo Sagasta (El Motín, agosto de 1881) Caricatura del siglo XIX satirizando la corrupción política. Lo dicho líneas más arriba, la putrefacción viene de lejos. Reproducción fotográfica fiel de una obra de arte bidimensional de dominio público.

18 julio 2025

La teoría de las confianzas

Un relato de la colección que se convertirá en libro

Akira Takeda se había criado en las afueras en un pequeño pueblo rodeado de minas de carbón, en la Prefectura de Yamaguchi, Japón. Sin amigas, casi siempre iba triste. Siendo la menor de siete hermanos, sus padres no sabían cómo hacer para sacarle la expresión facial. Si bien es cierto que la mirada la había desarrollado de tal manera que era como si hablara sin decir palabras. La madre, con la que más tiempo pasaba la niña, no se preocupaba tanto. La veía feliz, pese a su introversión, y con eso se conformaba. Además, la joven tenía la capacidad de que, cada vez que abría la boca para hablar, se hacía un silencio en toda la casa para escuchar lo que decía. Esto era por dos razones; la primera era porque era tan raro oírla hablar que todos querían escuchar esa voz tan a medio camino entre dulce y misteriosa que tenía. La segunda razón tenía más que ver con la gran capacidad de observación que tenía. Siempre estaba escuchando y aprendiendo y eso, unido al coeficiente intelectual que poseía, la dotaba de una sabiduría con la que cargaba cada palabra que salía de ella. El padre les decía a sus hermanos que tenían que anotar las «verdades de Akira», que era como él llamaba a esas sentencias que ella pronunciaba.

17 julio 2025

Irán e Israel: ¿hay lugar para el perdón?

"El único camino para escapar de esta irrevocabilidad de la acción 
y la irreversibilidad de todo lo que sucede es la facultad de perdonar”
Hannah Arendt, La condición humana, 2005, p 287.

Es sabido que la capacidad de perdonar, y de ser perdonado, se ha erigido a lo largo de la historia como una de las virtudes humanas más complejas y, a menudo, más esquivas. Antes de que la filosofía moderna se adentrara en sus profundidades, las tradiciones religiosas ya habían establecido el perdón como un pilar fundamental de la ética y la coexistencia. En la concepción judeocristiana, el perdón no es meramente una opción, sino un imperativo que conecta lo divino con lo humano de manera inexorable, nos guste o no.

Puntualmente, en el judaísmo, la teshuvá (el arrepentimiento y el retorno) es un proceso activo que culmina en la búsqueda del perdón, tanto de Dios como de la persona agraviada. El Yom Kipur (“Día de la Expiación”), es la expresión cúlmine de esta búsqueda personal y colectiva de reconciliación. Por su parte, el cristianismo eleva el perdón a la piedra angular de su mensaje: la figura de Jesús de Nazaret enfatiza no sólo la gracia divina del perdón, sino también el mandato ineludible de perdonar al prójimo, incluso a quienes nos han infligido un daño profundo. La oración del Padre Nuestro, en su súplica “perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, encapsula esta interdependencia existencial. Pues bien, en estas tradiciones el perdón es visto como un acto de liberación del rencor y una vía para la restauración de la comunidad y del individuo con lo trascendente.

13 julio 2025

Juan Merediz: "¿Qué será lo que querrá la mar de mi? Es la tierra la que me agota"

Uno de los locos de la mar que sigo de cerca es Juan Merediz. Estoy suscrito a sus cartas de navegar en las que cuenta día a día lo que ve y siente en la mar y lo hace con una síntesis precisa, cortita y al pie, rememorando aquello de "lo breve, si bueno, dos veces bueno".
La brevedad, si tiene poso, es altamente apreciada. Sus píldoras, sin rigores literarios, tienen la virtud de dejar con ganas de más al lector, hecho que normalmente agrada al que escribe.
Cuenta cómo planea un viaje, su paso por un puerto, el estado de la mar, la respuesta del barco en el que navega, su soledad entre el lienzo azul del mar o, simplemente si ve un frailecillo o un delfín.
Recomiendo visitar sus rincones digitales, te sentirás en alta mar. En ellos cuenta tantas y tantas cosas... Entre ellas, muchas reflexiones y vivencias. Me quedo con esta: "¿Qué será lo que querrá la mar de mi? Es la tierra la que me agota".
Ramón Alfil
Foto: Juan Merediz (Facebook)
locosdelmar_adl


Cadena de lecturas y espacios

08 julio 2025

Bruno, gracias por todo lo que has hecho. Ciao…

No sabía cómo empezar el artículo de hoy porque tengo varias opciones hilvanadas, pero me quedo con la enorme decepción que he sentido porque esta sociedad responde cada vez menos a las expectativas que tenía de la misma.
La noticia de la cruel muerte de Bruno, un perro de rescate venerado en Italia por haber salvado a nueve personas en distintas misiones ha sido como una patada en las partes nobles para quienes aún conservamos la creencia de la bondad del ser humano.
Algún bárbaro dejó un cebo preparado con una salchicha rellena de clavos y Bruno sucumbió a la tentación de la vianda y acabó tirado en el suelo entre un charco de su propia sangre, como consecuencia de una hemorragia interna.
Este héroe de siete años no merecía este acto premeditado de crueldad de un indeseable que no merece vivir en sociedad. Resulta incomprensible que alguien sea capaz de infligir tanto sufrimiento a un ser que, en muchas ocasiones, representó la diferencia entre la vida y la muerte para otras personas que hoy, seguro, estarán llorando por quien les salvó la vida.
Ramón Alfil
Foto: Ente Nazionale Protezione Animali Odv (redes sociales)

05 julio 2025

¿Y si dejamos de ser tolerantes con los imbéciles?

Imagen GDJ / Pixabay / Libre de derechos

"La tolerancia llegará a tal nivel que a las personas inteligentes 
se les prohibirá pensar para no ofender a los idiotas"
Fiódor Dostoyevski

Para adentrarnos en la crítica a la tolerancia a la imbecilidad, es fundamental delimitar el concepto que nos ocupa. El término “imbécil” proviene del latín “imbecillus”, que significa “débil”, “sin báculo” o “sin apoyo”. Originalmente, se refería a una debilidad física o mental general, a alguien que carecía de la fortaleza para sostenerse por su cuenta. Con el tiempo, su significado evolucionó para designar a una persona de entendimiento limitado, con escaso juicio o sensatez, o que se comporta de manera necia. En el contexto de este artículo, no aludimos a una condición clínica o un juicio de valor inherente a la persona, sino a la manifestación de opiniones infundadas, irracionales o perjudiciales que carecen de sustento lógico o empírico, y que, por su naturaleza, no pueden “sostenerse” por sí mismas ante el mínimo escrutinio de la razón.
En la compleja trama de la posmodernidad, nos enfrentamos a un desafío paradójico: mientras que se predica una tolerancia irrestricta, se desdibuja la línea entre la diversidad de pensamiento y la validación acrítica de la imbecilidad. La noción de que “todas las opiniones son igualmente válidas” ha permeado el discurso público, generando un relativismo epistemológico que amenaza los cimientos de la razón crítica y la búsqueda de la verdad. Pues bien, hoy intentaremos sostener que la regla de demarcación de la tolerancia debe ser la razón, la objetividad y la sensatez, y no una aceptación indiscriminada que diluye el rigor intelectual.
El auge de la posverdad, un fenómeno intrínsecamente ligado a la posmodernidad, ha erosionado la confianza en los hechos, la experiencia y la experticia. Las “narrativas” y “percepciones” a menudo se equiparan con la realidad, y la subjetividad se eleva a la categoría de verdad. Este clima no ha hecho otra cosa que propiciar la proliferación de la imbecilidad, entendida no como una deficiencia intelectual inherente, sino como la manifestación orgullosa de portar opiniones infundadas, irracionales o perjudiciales, disfrazadas de “perspectivas alternativas”.

08 junio 2025

Diplomacia contra genocidios

No recuerdo de quién era la frase aquella que salía en Indiana Jones y la última cruzada en la que se decía que «la pluma es más fuerte que la espada» Pero no dudo en que es verdad. La palabra puede más que cien bombas. Estos días, España, en un acto de valentía sin precedentes, o quizás solo buscando los titulares en vísperas de elecciones, se ha lanzado a la piscina legal internacional, uniéndose a Sudáfrica y otros más en su demanda contra Israel. ¿El motivo? Parece claro, Israel no ha estado jugando limpio con las reglas de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio y se ha entregado a la barbarie, el genocidio y el salvajismo, justo ellos que la historia les obligaría a ser ejemplo justo de lo contrario. Y así, con un pie en la historia y otro en la diplomacia, España se convierte en el primer país europeo en decir “aquí estoy yo” en este proceso judicial. ¿Qué quieres que te diga? Debiéramos sentir cierto orgullo con independencia del color de tus preferencias.
Mientras tanto, en el resto de Europa, se están rascando la cabeza, preguntándose si esto es una vuelta de tuerca de estrategia o como dirían por Génova, simplemente España queriendo ser el centro de atención. Porque, claro, reconocer el Estado palestino y ahora esto, parece que España está decidida a liderar el pelotón de la diplomacia, dejando a Estados Unidos, Egipto y Qatar intentando poner paz como quien intenta calmar una tormenta con un paraguas.

10 noviembre 2024

La evidencia geográfica de la DANA de 2024 en Valencia

Buena parte de la provincia se Valencia, sobre todo en municipios alrededor de la capital, ha vivido una auténtica tragedia entre el 28 de octubre y el 4 de noviembre de 2024 como consecuencia de los daños causados por una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA).
En el momento de publicar estas líneas, el balance actualizado cifra los muertos en 214 y 41 personas desaparecidas.
Los políticuchos andan a la greña, cada uno le echa las culpas de las posibles prevenciones a sus oponentes; vamos, lo de siempre, siguen creyendo que somos todos imbéciles. En unos meses, todo olvidado, volverán a tirarse de los pelos por asuntos de poca relevancia y escaso interés general en vez de ponerse el mono de trabajo para promover y ejecutar infraestructuras que sirvan para defenderse de los enfados de la naturaleza. Con estos bueyes tenemos que arar, sean azules o rojos, tanto monta, monta tanto.
Por otra parte, aparecen los defensores del cambio climático con sus argumentos que, en la era de la desinformación que vivimos, uno no sabe ya si el calentamiento global es totalmente cierto o parte de él está influenciado por intereses financieros o políticos; ya que hay registros muy antiguos en los que la Tierra ha alcanzado temperaturas superiores a las actuales, así como desastres de igual o mayor magnitud como el que nos ocupa en este artículo.
Buscar culpabilidades es un juego que no tiene final, será más efectivo basarse en una evidencia geográfica como patrón y pensar que ha sido causada por acciones humanas.
Isaac Moreno Gallo, ingeniero técnico de Obras Públicas y graduado en Geografía e Historia explica, con un esmerado y preciso detalle, las causas de esta DANA reciente que ha sembrado el pánico y la desgracia en la provincia de Valencia.
Entre otras cosas, este divulgador científico ha dicho que en España tenemos los mejores técnicos del mundo en infraestructuras para encontrar la solución al problema, “pero no la gente capacitada para decidir algo sensato”, en clara crítica a la ineptitud política. Destaca que “la memoria del hombre es muy corta, esto ha ocurrido siempre y va a seguir ocurriendo, una o dos veces por siglo por la influencia que ha podido tener la urbanización de las zonas de riesgo de inundación en la gravedad de este último suceso que, aunque se había producido muchas veces a lo largo de la historia, nunca había afectado a tanta superficie construida y habitada”. Vale la pena ver el vídeo.
Ramón Alfil



Anexo a este artículo
Las dos fotografías que hay debajo de estas líneas no son de una zona relacionada con alguna selva, es el cauce de un barranco de Alzira días antes de la DANA. Si a la evidencia geográfica mencionada unimos el estado de muchos barrancos de la provincia de Valencia, debido a la desidia política, tendremos también parte del problema.




Cadena de lecturas y espacios

06 octubre 2024

El valor intangible de un logro

Una medalla, insignia, trofeo, diploma o cualquier elemento de carácter material que reconozca el logro o la trayectoria de una persona no es más que una pieza más en una solapa o estantería. Es un reconocimiento que se puede tocar sin más valor que el que pueda tener el metal o el papel.
No obstante, con la entrega de la pieza existe un sentido intangible que premia el reconocimiento a un logro o trayectoria, aunque, en muchas ocasiones, esa distinción puede ser injusta, manipuladada, partidista o mangoneada. Pasa...
Uno mismo sabe cuándo y en qué valor ha conseguido un logro y, si además es un bien social, de interés general más que personal, produce una satisfacción interna que cotiza muchísimo más que el metal o papel y abona el crecimiento interno. ¿Existe algún premio mayor que éste?
La consecución de un logro debe estar siempre enfilada y amamantada por intenciones verdaderas más que por alabanzas externas y elementos tangibles.
Ramón Alfil

Foto: Artelli. Pixabay. Libre de derechos

28 septiembre 2024

Los más buscados de Irak, una baraja de cartas bélica muy peculiar


Tener una baraja de cartas en mis manos es como resucitar el noble arte de la ilustración que nació, prácticamente, con la imprenta y que hoy está casi en desuso; o también, en ocasiones, el goce de una serie se fotografías que si son añejas se disfrutan con regusto.
La baraja sobre la que he estado documentándome hoy no contiene ilustraciones y sus fotografías no van más allá de unas simples imágenes tipo fotomatón. Es fea, pero muy curiosa. Fue concebida con una intención claramente determinada por el Ejército de los Estados Unidos durante la guerra de Irak en el año 2003.
Cada naipe muestra una fotografía en la que aparece un personaje de los que eran más buscados del régimen de Sadam Huseín. Los militares americanos tenían, así, una captura del rostro enemigo; una posibilidad de comunicación camuflada ante posibles cruces o detecciones de transmisión, pues no es lo mismo que sonara el as de picas que Sadam Huseín, que era quien estaba asociado a ese número y palo. Y, de rebote, tenían una baraja de cartas con las que distraerse con algún juego en momentos de posible inactividad o descanso.
El valor de las cartas iba relacionado con la envergadura peligrosa e importancia o jerarquía de los personajes a batir. Sirva como ejemplo los ases de cada palo, adjudicados a los miembros más poderosos y activos de la familia Huseín.
Marc Garlasco era el jefe de la unidad Objetivos de Alto Valor del Pentágono en la guerra de Irak y ayudó a seleccionar los bombardeos. Según declaró en una entrevista que publicó el diario.es dijo: “Entonces empezamos la caza. Eso es lo que hacíamos: cazar seres humanos. Los 52 de la baraja de cartas”. Garlasco se refería a la baraja de cartas francesas distribuidas a la tropa a principios de abril de 2003 con las fotos y datos de los dirigentes iraquíes más buscados, a fin de que pudieran ser identificados y poder ser “asesinados, perseguidos o capturados”.
Ramón Alfil



18 septiembre 2024

El gato blanco colinegro

Pasear de noche es uno de esos pequeños placeres que está al alcance de cualquiera. Si es al lado del mar aumenta sobremanera el grado de satisfacción. Hoy, no ha podido ser, del susurro del mar que tanto me complace he pasado al canto de algún grillo entre arbustos bajos de un entorno natural. No está mal.
El recorrido de esta noche ha destacado por el silencio, la quietud, una luna llena que aparecía y desaparecía entre suspiros de nubes y la compañía de un gato blanco colinegro con el que, casi sin quererlo, entre las sombras de la noche, ha venido a sumar otra conexión fugaz de un ser vivo que ha pasado conmigo solo unos minutos de mi existencia.
¿Volveré a ver este gato ensabanado de cola negra? No lo sé...
Ramón Alfil

Foto: Ramón Alfil. 
Corresponde a un momento del paseo nocturno.

12 septiembre 2024

Anaranjados y azules…


Clic en la foto para ampliar y ver con más detalle / fotosymar_adl

Es contrario a la razón estar a las 6:30 horas en la cama cuando hay un día pidiendo paso en el mar. Hay un intervalo de silencio y quietud en el que empiezan a combinar los anaranjados y azules que obligan a dilatar las pupilas de manera natural.

Es un cofre lleno de oro que nos hace sentir que ya vale la pena el día que uno va a pasar. Gracias.

Ramón Alfil

Foto: Ramón Alfil. Oropesa del Mar (Castellón) > 
Vídeo: Madame Butterfly. Coro a boca cerrada. Giacomo Puccini