Mucha literatura epistolar se caracteriza por una peculiar carga emocional. Es el caso de "Carta de una madre", un relato breve que circula ampliamente por las redes sociales, conmoviendo a miles de lectores con su emotiva narrativa. Sin embargo, la identidad de su autor o autora permanece desconocida, un misterio que genera frustración y enojo a partes iguales.
He dedicado horas a la búsqueda infructuosa del creador de esta pieza, explorando diferentes bases de datos, foros literarios y páginas web especializadas. La falta de información es sorprendente, especialmente considerando la popularidad del relato. La ausencia de un autor reconocido abre la puerta a una problemática extendida en el mundo digital: la apropiación de contenido.
Es alarmante observar cómo muchos usuarios comparten "Carta de una Madre" atribuyéndose la autoría, generando una cadena de viralización injusta por la omisión de su creador/a. Esta práctica no solo es éticamente cuestionable, sino que también perjudica al verdadero autor, quien se ve privado del reconocimiento y los posibles beneficios de su trabajo. La falta de atribución adecuada es una forma de plagio digital, un acto que merece ser denunciado y combatido.
Aquel que utiliza la inteligencia artificialpara escribir sin indicarlo es un farsante literario
Considero un farsante literario a todo aquel que utiliza la inteligencia artificial para escribir sin indicar el uso de esta; así como a aquel que utiliza textos como propios para alimentar el ego ante sus conocidos en redes sociales.
Si algún día se descubre al autor o autora de "Carta de una Madre", será una victoria para la justicia literaria y un recordatorio de la importancia de proteger el trabajo creativo en el mundo digital. Hasta entonces, invito a todos a unirse a la búsqueda y a denunciar cualquier acto de plagio que se encuentre.
Vamos al fundamento de esta entrada, que no es otro que la lastimosa carta de una madre a su hijo. Agita a la reflexión, mueve a la desolación y, a la vez, es una fuente de ternura por su delicadeza.
Lo que voy a decir tendrá muchos detractores, quizá por falta de entereza ante un principio o regla que se considera constitutivo a la naturaleza humana, y que se manifiesta como un comportamiento bastante generalizado: los padres son esos seres cercanos que cada vez son más innecesarios.
Ramón Alfil
Carta de una madre
"Hola hijo, te escribo para proponerte un trato, lo he pensado mucho y nos convendría a los dos, pero no te voy a obligar a que lo aceptes, pero déjame explicarte de que trata:
No te pongas triste, pero todos algún día vamos a dejar este cuerpo, algunos antes, otros después, pero a todos nos llegará la hora, estoy segura de que ese día tú estarás muy triste, ya te veo con tu ropa de luto, para despedirte, con una corona de rosas, o tal vez un ramo de girasoles.
Me llorarás, y así sucesivamente, tratarás de cumplir todos los protocolos, de un fallecimiento.
Bueno… Aquí va mi trato…
¿Qué te parece si en vez de llevarme rosas cuando muera, me las das ahora? Al fin y al cabo, ya muerta, qué más da, ¿ni voy a ver lo bellas que son y menos a sentir su aroma?
¿Qué te parece si ese día, que de seguro todos tomarán café en mi velorio, mejor vienes ahora, y nos tomamos ese café?, de seguro que va a estar más rico de los que prepararán ese día. Tú sabes que yo tengo mi secreto para el café y lo acompañamos, con esos panecillos que tanto te gustan.
¿Qué te parece si en vez de venir a mi velorio con ropa de luto, vienes hoy como andes y comemos juntos aquí en la casa, ya que con la pandemia no podemos ir a un restaurante bonito?
Si te esperas hasta que muera, me imagino que ese día vendrás con tu pareja y tus hijos si ya lo tuvieras, y todos estarán con la cara triste. ¿Y si lo cambiamos porque vengas ahora y cocino algo rico, para tu pareja y tus hijos, y miramos películas como cuando eras niño o salimos a pasear todos juntos, y comemos helados, tú sabes que me encantan?
¿Qué te parece si en vez de viajar desesperado por llegar a mi velorio, mejor vienes ahora y me disfrutas mucho, ahora que estoy viva? Muerta para qué, ni vamos a poder conversar, te podría decir tantas cosas, pero tú siempre vives contra el tiempo. ¿Qué te parece si te das una pausa y hablamos?
Dime hijo … ¿Qué te parece mi trato? Te lo cambio por el día de mi muerte. Ese día no vengas, por favor… ¡No vengas!
¡Ven hoy y así disfrutamos los dos! Porque de viva lo podré gozar, de muerta ya no estaré ahí.
¡Y de seguro querrás hacer un velorio bonito! ¿Pero para quién lo harás? Si yo ya no estaré más.
Perdón que te escriba, pero te extraño.
Tú eres más inteligente que esos hijos que lloran a su madre cuando están muertas, y gritan al cielo porque Dios se la llevó. Culpan a Dios por su partida, pero nunca supieron agradecer los días que Dios les dio para disfrutarla. Algunos se arrepienten de no haberlas besado en vida, pero de muerta querrán hacerlo.
Hijo, ven y lléname de besos, yo no te los voy a rechazar… ¡Jamás!
Cuando era jovencita me emocionaba cuando un muchachito me traía rosas, chocolates y esos peluchitos hermosos, cuando me cantaban para conquistarme hasta se hacían poetas y me escribían cosas muy bonitas.
¿Sabes? Yo sigo siendo mujer y aún me emociono con esas cosas, y te juro que una rosa tuya vale más que todas las rosas que me han regalado en toda… ¡toda mi vida!
Aún me emociono cuando me regalan un arreglo floral, un peluchito o me traen chocolates, pero hace tiempo, nadie me trae nada.
Tu hermana si me envía flores, por mensajería y otros obsequios con una tarjetita de muy buenos deseos. Lo hace en eventos especiales y lo agradezco muchísimo. Pero ¡no la veo!
¡Si supieras que con un detallito me harías la mujer más feliz del mundo! Porque sí, los hijos también tienen que ser detallistas con sus padres. Ya me entenderás cuando tengas hijos, y sabrás que una rosa vale más que todas las que te han dado en tu vida.
Bueno hijo, ya no te aburro más, solo quería cambiar el día de mi muerte, con el día de mi vida para disfrutarte, para que tus lágrimas sean de alegría.
Bésame tanto que cuando me toque partir ya no te queden besos para darme.
Disfrútame para que cuando me vaya no te estés arrepintiendo de por qué no pasaste más tiempo conmigo.
¡Tengo muchos consejos qué decirte, no dejes que me los lleve a la tumba!
Bueno hijo… ¿Qué dices? ¿Firmas el trato?
Tu madre que te adora.
PD: Me gustan los girasoles y las rosas rojas. TE AMO".
Sería justo que aquí figurara la firma del autor/a
Fotografía rostro: Brennermatthias / Pixabay / Libre de derechos
Fotografía flor: Pimpelucha / Pixabay / Libre de derechos